-Doctor, doctor, ¡que estoy muerto!
-Pero oiga, eso es imposible.
-Que sí, que es cierto, examíneme.
-Pero qué tontería... Vamos a ver, ¿usted está de acuerdo en que los muertos no sangran?
-Sí, claro.
-Bueno, pues le voy a pinchar un dedo con este alfiler y, si usted sangra, eso significa que usted está vivo, ¿no?
-Vale, pinche y verá como no sangro.
Entonces, el médico le pincha el dedo, y obviamente saca una gotita de sangre; sonriendo, le dice al paciente:
-¿Qué? ¿Qué me dice ahora?
-De acuerdo, yo estaba equivocado. Los muertos pueden sangrar.
-Doctor, doctor, ¿cómo se encuentra mi hijo, el que se tragó una moneda de cincuenta pesetas?
-Sigue sin cambio.
-Doctor, doctor, ¡que tengo paperas!
-Pues tome cuarenta duros más y ya tiene pa’ plátanos.
miércoles, abril 11, 2007
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